(Las plantas carnívoras)
El agua que entra al aula. Clase de
matemáticas. Agradezco no haber traído medias. Mis zapatos son un desastre. La
profesora Montero que habla sobre el divisor y el dividendo. La profesora
parada sobre una silla dando la clase. Nosotros estamos más atentos que nunca a
su clase. La luz se corta. Afuera de noche. La lluvia violenta. Ahora
tormenta. Apenas se oye lo que la profesora enseña. Suena el timbre. Salimos
corriendo. En el patio veo a los de primer grado nadar con sus bracitos luchadores.
Corro hasta la salida. El timbre deja de funcionar y comienzan a tocar la
campana 13 veces. En el portón de ingreso y con el agua hasta la cintura, mi
abuela TATI que aguarda a que yo salga. Corro hacia ella como puedo. Ella me
abraza. Nos mojamos mutuamente. Nos vamos a su casa. La casa toda inundada. Los
muebles arruinados. Las vasijas a la miseria. Las armas de mi abuelo en el
fondo del agua. El loro muerto. Ahogado dentro de su jaula. El loro MARIO nunca
había aprendido una sola palabra ya que en la casa de mi abuela no se hablaba
mucho, casi nada. Subimos hasta la terraza. Corremos un mueble que arrastrado
por el agua había terminado por tapar la puerta de una habitación de servicio. En
el cuarto se encuentra CHOCHY, mi primo, subido a un ropero. Mi abuela cierra
la puerta y pone unas toallas rojas en las ranuras de la puerta para que el
agua no continúe entrando al cuarto de servicio. Los 3 ahora subidos al ropero.
Mi primo CHOCHY tiene frio. Le presto mi guardapolvo que aunque mojado lo va a
proteger del frio. Los 3 nos quedamos en silencio. Ni los padres de CHOCHY ni
mi madre vuelven a buscarnos. Luego de un par de días cuando la lluvia se
detuvo y cientos de ahogados supimos que entre ellos se contaban a nuestros
padres. Los velaron a los 3 juntos. A mí me vistieron con un trajecito negro y
una camisa blanca. Yo no quise entrar al salón velatorio. No quería ver el cadáver
de mi joven madre. Me quedé afuera viendo como mi tía MAGY se fumaba un cigarro
fino, largo y negro. CHOCHY lloraba como un condenado. La abuela TATI nos crió
a los 2. La ciudad de Posadas estaba devastada. Solo quedaron en pie unos
monoblocks que se llaman “El Laurel”. Son 5 monoblocks pintados de distintos
colores. Los Marrones, Los Verdes, Los Amarillos, Los Azules y Los Cremas. Nos
mudamos a los Verdes donde vivía CHOCHY. Era un departamento de 3 ambientes. Yo
dormía en la misma habitación que mi primo, en la parte de debajo de una cama
tipo marinera. Como las escuelas habían sido destruidas, mi abuela TATI nos
daba clases. Reforzó nuestra escritura y lectura. CHOCHY quien tenía 11 años,
uno más que yo, se escapaba del departamento y a veces no venía a clases. Yo
estaba siempre presente, no faltaba nunca. CHOCHY al cumplir 13 años accedió a
una guitarra tipo criolla de solo 3 cuerdas. A veces en nuestra habitación él
tocaba mientras yo recitaba poemas de Viel Temperley o Joselo Ortiz. Luego
comencé a escribía mi propia poesía la que luego junto a CHOCHY convertíamos en
canciones. Los 2 cantábamos y tocábamos en los cumpleaños y fiestas que organizaban
los vecinos del barrio. Tocamos una vez en los monoblocks azules y justo al
otro día fueron destruidos por los habitantes del monoblock Crema. Nuestra
música era medio extraña e inclasificable. Mis letras eran muy abstractas y
siempre conducían hacia la ficción. Pero
la guitarra era tocada por CHOCHY de una forma muy primaria y visceral. Solo
con 3 cuerdas. Yo lo veía tocar y sus manos eran más agiles y veloces que el
sonido que emanaba su guitarra. Pero él solo quería tocar la guitarra igual que
un obrero operando una maquina fabril. Tocamos muchas veces. Grabamos un
cassette con nuestros temas en el minicomponente de TERRY. Luego ese cassette
fue un gran éxito. Lo copiaron más de 100 veces. La cinta del original estaba
súper gastada. El casette llevaba por nombre HONDURAS. Conseguimos que VACA,
nuestro vecino del Edificio 3 tocara la batería. Desde ese momento pasamos a
llamarnos KRAKATOA. Ese era el nombre con el cual se conocía a unos fuegos
artificiales que vendían cuando éramos más chicos. VACA se adaptó rápidamente a
nuestra forma de tocar. Él hacía que olvidemos la falta de un bajista. Yo tenía
problemas con los dedos por lo cual no podía tocar ningún instrumento y menos
uno de cuerdas. Lo mío eran las letras. Se me daban con facilidad. No buscaba
ningún sentido ni rumbo claro, solo que sea como una pequeña historia de 3
minutos de duración.