lunes, 7 de noviembre de 2011

Libros: "Rock Barrial". Escrito x Juan Diego Icardona.



LA TIeRra.
¡¡Hoy no tengo ganas de ir al templo!! A veces tengo ganas de ser atea. Quiero quedarme en mi casita. Escribir en mi papeles de carta todo lo que no me pasa y  me gustaría que me suceda. Encima ya son casi las 5 de la tarde. Uuuh  ahí vienen los chicos de los verdes a jugar al futbol. Diosito donde quiera que estés que por favor la pelota caiga en mi patio y que la busque El Vaca. ¡¡Es tan hermoso!! Voy a escribir sobre él en mis papeles de carta. Ojala que no vengan los del barrio "190" a echarlos. Hoy llego tarde al templo, eso no se discute. 4 contra 4 toda la cancha, se van a matar los chicos estos. Ojala que El Vaca muera deshidratado en el patio de mi casilla. Quiero morirme con El Vaca. ¡Corre el Chapu ese ¿Eh?! Le gritan Chapu pero andá a saber cómo se llama, intuyo que se llama Germán, tiene cara de German, corre como un Germán. Siempre dura 5 minutos la tranquilidad del partido, después o se pelean entre ellos o se pelean con los de la 190, que son los dueños de la canchita. Hoy se pelean entre ellos. Burdy contra Chapu. Para mí ganó Chapu, pegó 3 veces, 2 más que Burdy. Los 2 están re calientes. Siguen peloteando. Eso péguenle con bronca a la pelota. El Vaca es hermoso pero no juega muy bien, igual le pone garra. Estaría bueno que hoy llueva, se levanta mucho polvo en la canchita. Que llueva para no tener que ir al templo hoy. Dicen que en Candelaria ya se largó tormenta. ¡¡Por favor “pelota” caé en mí patio, por favor, cuando bajes caé al lado de mi ventana, te lo pido por lo que más quieras!! ¡Que emocion, no tengo formas de agradecértelo! Encima viene El Vaca a buscarla. ¿Estaré bien arreglada? Hay que ver que es estar bien arreglada para El Vaca. Peinada por lo menos estoy. Que guacho que es, viene corriendo al trotecito para que yo lo mire y me enamore perdidamente, me dan ganas de decirle que se apure, que yo ya estoy enamoradísima. El loco sabe que en este momento me siento en Disneylandia, en verano. Lo amo por eso. “¿Te molesta si paso a buscar la pelota?” me dice. Obviamente no respondo. No sé cómo hacerlo. Pone sus dos manos sobre las maderas de mi cerco, toma impulso y salta a mi patio entrando a lo más recóndito de mis pulsiones adolescentes, a los recuerdos familiares, a los deseos sexuales que tengo cada vez que veo a mi marido lavar el auto y a los primeros pasos de mis hijos. Vaca toma la pelota, sale de mi patio, me guiña el ojo antes de irse, y yo me voy al templo.

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